Textos

  • Encáustica

    la pintura abstracta de Lorenza Aranguren

    Suny Ramírez

    Con una trayectoria de poco más de 25 años de práctica artística, Lorenza Aranguren se ubica como una de las pintoras jaliscienses más destacadas en el ámbito de la abstracción. Desde sus primeros trabajos abstractos, cuando hizo a un lado las referencias a la figuración, supo que su camino iba por el rumbo de la búsqueda interior: el interior de su ser y el del cuadro mismo. Y así ha ido elaborando una serie de obras que muestran esa búsqueda nunca plenamente satisfecha -pues de ser así ya no habría nada que buscar- pero sí con felices y sorprendentes hallazgos estéticos y conceptuales.
    En este catálogo se reúne la obra más significativa de diversas etapas creativas por las que ha transitado la artista en los últimos once años, particularmente las elaboradas con la técnica de la encáustica. Sin embargo, vale la pena referir que desde sus pinturas iniciales se destacaron los trazos fuertes y dinámicos y la utilización de diversos colores que resultaron en obras enérgicas e inquietantes; pasó luego a la exploración la idea de los espacios urbanos y posteriormente su pintura tendió hacia lo terrenal y orgánico.
    Lorenza Aranguren se planteó el reto de incursionar en la encáustica, técnica que requiere habilidades especiales ya que su elemento principal es la cera -o resina- que generalmente se utiliza caliente, por lo que debe trabajarse con rapidez y destreza. Así, inició con texturas, en las que a partir de incisiones repetitivas logró un efecto visual casi táctil, aprovechando accidentes y contrastes. En la serie Me llamo rojo, título tomado del libro del escritor turco Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura 2006, Aranguren continuó con las mismas tonalidades cálidas que han caracterizado a buena parte de su obra, aunque aquí resaltó, como es obvio, el rojo, que como dice Pamuk, está en todas partes, enciende pasiones y acelera los corazones. En la serie sobre los silencios que se escuchan, la autora incluyó no sólo letras sino textos completos, y las composiciones entraron a un terreno más conceptual. La serie más reciente es Paso sin ver, conjunto de piezas que expuso en 2011 en el Museo de las Artes; en esta serie se destacan varias cosas: por un lado, el paulatino alejamiento de la artista en la utilización de colores, para ceñirse al negro y una amplia gama de grises; por otro, su dominio de la encáustica y el óleo, con los cuales se permitió jugar libremente con trazos impulsivos, enérgicos y llenos de soltura, para retar al espectador a pasar sin verlos, sin sentir una identificación o un rechazo. Otro aspecto relevante de esta obra es la atención que Lorenza Aranguren puso en quienes carecen del sentido de la vista, al proponer una lectura táctil-visual de una Biblia en Braile, así como el juego de hacer trazos a ciegas sobre papel de directorio telefónico.
    Impulso instintivo, necesidad expresiva, desmesura y equilibro, gestualidad y precisión, y una creatividad insaciable que no repara en materiales, soportes y lugares de ejecución, son los rasgos característicos de Lorenza Aranguren, artista de altos vuelos y amplios horizontes que nos sorprenderá, sin duda, con sus nuevas series.
    Con este catálogo, el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara quiere dejar constancia y registro de la trayectoria y calidad artística de Lorenza Aranguren. Nuestro propósito es que otras generaciones de artistas y espectadores aprecien que para dedicarse al arte se requiere tener no sólo talento, sino también un alto compromiso con el arte, con la disciplina, con el dominio técnico y con el trabajo arduo y continuo, para que resulten obras de calidad como las que ha logrado esta artista jalisciense a lo largo de cinco lustros dedicados a la creación plástica.

  • Silencios que se ven

    Junio 2009

    Lorenza Aranguren

    Y nos quedamos en casa. Trabajo, encierro. No a lugares públicos. Hay un nuevo virus. “Quédate en casa, evita salir”. No se escucha otra cosa. Ni besos ni abrazos. Algo intangible nos ronda. ¿En dónde está? Hay muchos muertos. El silencio, el encierro. Buscan pero no se encuentran. Una serie, un buen o un mal libro, una buena o una mala conversación, un buen o un mal proyecto. No toser, no estornudar, calma, distancia. Lávate, cúbrete, no te acerques. Parecemos enfermos, enfermos de egoísmo, enfermos de pánico, de soberbia. Marca tu distancia. Ya nada será igual. ¿En qué monstruos nos hemos convertido?
    Este proyecto titulado “ encierro” consta de 31 breves crónicas que están encerrando la opinión escrita de 31 personas con respecto a el sentimiento que tuvieron al tener que hacer un retiro forzoso que tal vez salvó su vida o la de alguien más. Estas opiniones están debidamente identificadas con sus iniciales y la fotografía del autor confirmando su autenticidad. Están arrugadas, como quién escribe algo y lo va a desechar porque ya no sirve, no importa, ya pasó. Yo las rescato, las considero importantes y las pongo dentro de casitas de acrílico representando muestras mismas casas en todo el mundo. Las acomodo en forma de círculo para representar un giro vertiginoso y van todas sobre un espejo que las multiplica. A la vista este giro las lleva a una eternidad en el espacio y en el tiempo.

  • Encierro

    Ver más allá. Guadalajara, Enero de 2011

    Francisco Javier Ibarra

    La más reciente serie de cuadros de la artista Lorenza Aranguren -serie pictórica nacida de una insondable vocación de conjunto-, representa desde su título toda una provocación, una sensual arremetida más que una intervención artística, un cuestionamiento ético y estético, una voz nada abstracta que clama en el desierto de lo supuestamente invisible, un desafío con todas sus letras y con todas sus capas de pintura: "Paso sin Ver".

    En este ejercicio de su consumada manifestación artística, Lorenza Aranguren transforma a la pintura en un medio para acercarse, para tentativamente aproximarse -a través del lenguaje contemporáneo del arte- a una reflexión de la condición humana en el mundo actual. Su pintura no alude, no representa, no alegoriza, sino que sencillamente ve el mundo. Pero un mundo que parece ciego por convicción propia, o al menos no dispuesto a ejercer la suprema responsabilidad, el compromiso, la libertad y la complicidad que implica realmente ver.

    En cada uno de los cuadros de este conjunto pictórico a los que sería inicuo y poco sensible calificarlos como abstractos, irrumpen en todas direcciones las veladuras que funcionan a la perfección como un vehículo de la transparencia y la visibilidad, las composiciones en claroscuro, los vuelos arrebatados de la gama de grises, o las incisivas tonalidades blancas y negras. Nada queda de aquellos vigorosos colores, del virtuosismo cromático, de los antiguos cuadros y series de Lorenza Aranguren. Como si tuviera que haberse despojado de ellos, de su confortable y retórico manto protector, para poder ver –acaso ver con los ojos de las manos y del espíritu, con los eternos ojos del arte- y alcanzar ahora una epifanía, una nueva visión, un momento de deslumbramiento: la intensidad poética de su pintura.

    En este sentido, "Paso sin Ver" se convirtió en toda una experiencia, casi alquímica, al interior del templo de la mirada, de los poderes expresivos de la pintura.

    A contracorriente de un mundo en el que, como diría el laureado novelista portugués José Saramago, "estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven"; y de un mundo en el que también las imágenes se han convertido en un incesante bombardeo, una saturación cotidiana y una omnipresente dictadura de lo políticamente correcto, pero imágenes que en todo momento se niegan a vernos y a que nos veamos tal cual somos –es decir, a ver el mundo real- y que sólo responden a la ciega lógica de su presentación y representación….

    Frente a tales realidades contemporáneas, Lorenza Aranguren decidió pintar con los ojos vendados cada uno de estos cuadros, tomar el acrílico y la cera para esgrafiar las telas, tomar a ciegas los pinceles, las espátulas, los botes con pintura, y plasmar toda su rabia, su impotencia, su "ceguera", sus reflexiones, su pasión crítica, sus ganas de decir, para convertirlas en una múltiple transfiguración que gozosamente salta a la vista: lienzos que arrojan luz hacia nosotros y nos quitan ciertas vendas, nos revelan, y nos siembran la semilla de la rebelión, con el fin de que veamos la vida y el mundo actual con nuestros propios ojos, para que veamos lo verdaderamente importante, lo que está frente a nosotros, lo que está a nuestro lado, lo que casi siempre no queremos mirar, lo que pasamos sin ver, ya sea de una manera real o metafórica.

    Con esta inquietante serie pictórica, donde se reúnen veinte piezas de diversos formatos, Lorenza Aranguren confirma sus desafíos estéticos, su visión artística contemporánea, su reflexión en torno a la condición humana. Sin duda, esta experiencia transfiguradora también se replica en quien observa sus cuadros, ya que sus pinturas constituyen un viaje iniciático en el que nos invita a volver a mirar, a contemplar; nos incita a ir más allá de lo evidente, de los prejuicios, de los visibles paisajes del egoísmo, de la ceguera cotidiana; en una palabra, Lorenza Aranguren nos muestra, con sus irreverentes cuadros, un camino para ver más allá.

  • ...me llamo rojo.

    2008

    Lorenza Aranguren

    Con su libro "Me llamo Rojo" Orham Pamuk, Premio Nóbel de Literatura 2006, me inspiró a concretar esta nueva serie y con ella, quiero hacer un homenaje al color rojo.

    En uno de los capítulos del libro, Pamuk se plantea una pregunta clave para mi interés como pintora.

    ¿En qué consiste ser un color?

    El color ha sido una constante en mi obra y de tiempo acá, la necesidad de expresarme a través del color rojo ha sido inminente.

    ¿Porqué? No lo sé, pero tal vez estas encáusticas bañadas en rojo o en blancos y negros con un detalle en rojo, como lo hacían los ilustradores en tiempos del imperio otomano, me lleven a encontrar algunas respuestas... o tal vez no. El artista nunca cesa en su lucha por encontrarse a si mismo.

    A continuación narro textualmente algunas de las ideas de este genio de la literatura.

    ¿En qué consiste ser un color?

    El color es el tacto del ojo, la música de los sordos, una palabra en la oscuridad. Como hace decenas de miles de años he estado escuchando lo que hablaban las almas, como si fuera el susurro del viento, de libro en elibro y de objeto en objeto, puedo afirmar que mi caricia se parece a la de los ángeles. ¡Que felíz estoy de ser rojo! Soy fogoso y fuerte: sé que llamo la atención y que no podéis resistiros a mí.

    No me oculto: para mí el refinamiento no se manifiesta a través de la debilidad o de la falta de fuerza, sino a través de la decisión y la voluntad. Me expongo abiertamente. No temo a los demás colores, ni a las sombras, ni a la multitud, ni a la soledad.

    ¡Que hermoso es llenar con mi fuego triunfante una superficie que me está esperando! Allí donde me extiendo, brillan los ojos, se refuerzan las pasiones, se elevan las cejas y se aceleran los corazones.

    Miradme: ¡Que hermoso es vivir! Contempladme: ¡Que bello es ver! Vivir es ver. Aparezco en cualquier parte. La vida comienza conmigo, todo regresa a mí, creedme. Y así al darle color, es como si ordenara al mundo "existe" y el mundo toma mi color de sangre, el que no ve puede negarlo, pero estoy en todas partes.

  • Los silencios que se escuchan

    Lorenza Aranguren deja el color a un lado

    Pablo Guerrero Galería exhibe en sus salas una decena de cuadros abstractos denominados por los tonos blancos

    Hacía tiempo que la artista taparía Lorenza Aranguren no se dejaba ver con su obra en los espacios expositivos. Han sido dos años aprovechados para pensar, escribir mucho, reflexionar y despedirse de los colores, sobre todo de la gama de rojos tan presente en sus últimos trabajos. Y el resultado de esa introspección es el conjunto de 10 óleos y encaústicas que inaugura esta noche en Pablo Guerrero Galería con el título "Los Silencios que se escuchan.

    "La mayoría de la gente me ubica con mi obra colorida, pero tenía la necesidad de hacer algo distinto, de dejar el color a un lado (me hacía mucho ruido) y de hacer una observación interna muy profunda, que me llevó a hacer un trabajo más depurado y muy limpio de color", expresa Aranguren, que en algunas piezas se atreve a incluir alguna pincelada de rojo y uno que otro tono amarillo.

    El origen de la serie Los silencios que se escuchan hay que buscarlo hace aproximadamente un año, cuando la artista empezó a pintar el cuadro titulado La vulnerabilidad del blanco sin que hasta entonces hubiese manejado los óleos de ese color casi de forma exclusiva "Esa obra resultó ser una batalla increíble -recuerda-, porque empezó con muchos negros, pero la raspé y raspé, y tardé como cuatro meses haciendo ese cuadro, hasta que aterrizó. Trabajé muy duro, le quitaba, le ponía una vez y otra vez, le agregaba más blanco, diferentes tonos de blanco y quedó prácticamente el cuadro blanco. Y era padrísimo, porque lo miraba por la tarde y se veía de un tono distinto al que resultaba si lo miraba por la mañana o al logrado cuando prendía las luces de halógeno".

    El título de la muestra es el resultado de la inquietud que entonces también tenía Aranguren de "hacer que se escuchara un silencio que yo tenía, como hablando de una manifestación en silencio, una mirada, una carta… muchas cosas que te llevan a escuchar silencios".

    Fidelidad al arte abstracto

    Hace ya casi dos décadas que Lorenza Aranguren presentó su primera exposición individual enmarcada en el arte abstracto, estilo del que ya nunca se ha desligado. Lejos de imitar la realidad a través del arte figurativo, lo que a ella le interesa es expresar a través de sus pinturas la subjetividad y su mundo interior de artista, logrando transmitir directamente el sentimiento mediante la mezcla de colores sin ninguna restricción (cuando es el caso) y plasmando formas y trazos con relaciones libres entre ellos.
    "Lo abstracto me entretiene, me gusta muchísimo, me ocupa. Es una búsqueda sin límites, definitivamente. Dentro de lo figurativo siempre vas a estar limitado, mientras que lo abstracto es una búsqueda y aunque lo hace más difícil y más complicado porque quieres encontrar balance fuerza, y a veces algo de la nada, a mi me gusta mucho. Definitivamente, yo voy a seguir por ahí siempre", afirma.

    Instalación

    Los silencios que se escuchan es la segunda exposición individual de Lorenza Aranguren en Pablo Guerrero Galería, donde en esta ocasión también presenta una instalación, que ha titulado "El encierro". Se trata de 31 pequeñas casas de acrílico cuyo interior contiene una hoja de un bloc de notas arrugada con la opinión de alguien cerca de la situación vivida a principios del pasado mes de mayo en la capital de Jalisco, cuando el brote de influenza forzó la suspensión de misas, el viere de restaurantes y bares, obligó a jugar partidos de fútbol a puerta cerrada y causó paralización casi total de las actividades culturales programadas, ante la emergencia sanitaria. "Al poner dentro de una casita las diferentes opiniones que recabé entre la gente sobre lo que pensaba acerca de esta situación, doy la idea de que estamos encerrados en casa. Esta instalación también habla mucho de silencios que se escuchaban, porque dice mucho", señala la artista.

    El encierro aparece reflejado en varios cuadros de la exposición en los que Lorenza Aranguren hace un guiño al arte figurativo con la inclusión de una casa de pequeñas proporciones.

  • La flecha de la vida

    Febrero 2004

    Francisco Javier Ibarra

    La naturaleza del auténtico viaje, como el de la verdadera creación artística, como el de la existencia vivida a fondo, es correr riesgos. Ir más allá de lo previsible, de lo planeado, de lo trazado por una mano invisible que mece las horas. Intuir, saber, que al viajar y traspasar las rutas turísticas, en realidad se llegará al conocimiento y al sentimiento de un lugar; que al crear y buscar un lenguaje propio, en verdad se expresará en forma y contenido lo que se desea comunicar por medios artísticos; que al vivir y tener conciencia de la capacidad de elegir, entonces se dotará de sentido a los pasos individuales y colectivos sobre la tierra. En una palabra, creer que siempre hay "algo más" que mueve, que seduce, que cautiva y que abre caminos y posibilidades de ser.

    Desde esta perspectiva, la exposición de Lorenza Aranguren titulada ADN es un riesgo tomado consciente y libremente por esta artista jaliscience, asumido por entero con voluntad de creación, con ganas de jugar, de experimentar, de viajar por los filamentos de la vida, de investigar términos pictóricos el origen y el destino, de hacerle un guiño al azar, de ir más allá.

    En estos cuadros en los que conviven la cera y el óleo, los rojos y los ocres, los verdes y los naranjas, el negro y el blanco, la búsqueda y el encuentro, la desmesura y el equilibrio, la casualidad y la precisión, Lorenza Aranguren lleva a cabo una travesía por los senderos de la vitalidad a través del lenguaje de la abstracción: evocaciones de un universo que late en cada piel, en cada movimiento, en cada posibilidad de encarnar, en cada manera de fenecer, en cada una de las secuencias de la contradicción y lo absurdo, en cada sino que corre por las venas, en cada hueco de la eternidad.

    En la verdad de las pinturas de Lorenza Aranguren, en el espacio de los lienzos donde cobra vida su realidad como pintora contemporánea, es palpable su vocación por hacerse esas preguntas esenciales que, en varias ocasiones, la mayoría de las personas preferimos no formularnos: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿qué somos?, ¿cómo es posible la vida?, ¿qué es la muerte?, ¿será posible la inmortalidad?, ¿el tiempo es sólo una medida convencional?, ¿al final, regresamos a la infinitud de la materia o hay algo del otro lado?, ¿muerte y vida son dos máscaras de un mismo rostro?.

    Las pinturas que ahora expone Lorenza Aranguren son una forma de respuesta a tales preguntas: silencio y misterio. En sus cuadros, tentativas de libertad, el ADN continúa labrando su eterna trenza dorada, la flecha del tiempo jamás se detiene, las texturas son cromosomas que retan a la mirada, la diversidad florece como en un jardín sin más restricciones que las que impone la propia vida, el código genético se evapora por la intensidad expresiva de los colores, las combinaciones esperan ser vislumbradas y descifradas, el hoyo negro de la temporalidad fascina y repele, inquieta y embelesa; el viaje de la existencia es una invitación, una incitación, un riesgo que no puede dejar de tomarse.

    Sin pretender llevar a la tela una traducción documental de algunos de los paradigmas científicos contemporáneos en el lenguaje de la abstracción pictórica, Lorenza Aranguren ha logrado plasmar una genuina experiencia estética, un acto de creatividad e imaginación, un deslumbramiento apasionado: la vida y el arte se imitan, se desdoblan, se retan, se entrelazan y siguen sus propios caminos, se miran al espejo y nos abren los ojos para relativizar dogmas, convenciones, artificios, convicciones, ataduras, es decir, todo aquello que hace a la existencia un simulacro de lo que en realidad puede llegar a ser.

  • Apasionamiento y Rigor

    1996

    José Luis Meza Inda

    HACE POCOS años, que la joven tapatía Lorena Aranguren decidió liberar su quehacer pictórico de las ataduras de la realidad, y con ello, no solo dio el impulso determinante a su carrera artística, sino que entró de lleno en el ámbito más refinado de la expresión estética contemporánea.

    En un principio fue necesario que como punto de partida a sus aspiraciones pictóricas, esta joven se entregase con empeño al cultivo del tradicional naturalismo académico; mediante lo cual afirmó sus dotes dibujísticas, descubrió las funciones y significados del color, y se enfrentó casi siempre con éxito y gratos resultados, a la realidad del paisaje, de las figuras humana, de las formas florales y frutales, de la arquitectura, del mar y de otras manifestaciones de la naturaleza, transponiéndolas hábilmente a sus telas en toda su verdad y belleza, ejercitando así manos, ojos y sensibilidad. Sin embargo esa pintura enraizada en lo sensible no le satisfacía. Sabía que esa habilidad de copiar el mundo que le rodeaba no llenaba sus aspiraciones de autonomía y anticonformismo y que por ende, debía de pasar, de la mera reproducción exacta de formas exteriores, al intento de la recreación personal, a la vivacidad de las interpretación anímica, al trazo intenso y significante, a la realización de la obra en fin, cargada de afanes subjetivos. Fue entonces cuando comenzó para Lorenza Aranguren, la genuina aventura de pintar-

    Sus cuadros, en esta fase evolutiva poseían aun, referencias al mundo natural, pero luchaban por proyectarse apasionadamente a la consecución de nuevas y más libres apariencia, caracterizadas por una calida exhuberancia matérica y cromática. Las formas y figuras se adivinaban o mantenían su estructura inidentificable, pero al mismo tiempo se transfiguraban, se movían, flotaban o se proyectaban vivazmente en otro espacio, sobre fondos abstractos o neutros elaborados con gran libertad, cargados de pigmento y de sugestibilidad.

    El tema, el sujeto o el objeto predeterminado de la obra se fueron así convirtiendo cada vez más en menos pretextos, para audaces juegos de valores puramente formales y cromáticos, de tal manera que forma y color independientes, acabaron por ser la verdadera base estructural y compositiva de sus cuadros, y suplantaron definitivamente los valores tradicionales. Lorenza se da cuenta de que la pintura para ella, definitivamente, no tiene como fin elaborar remedos de lo visto y explorado, sino descubrir la existencia de lo desconocido, encontrar un orden entre los elementos que antes nadie haya señalado, inventar nuevos registros a la realidad.

    La consecuencia lógica de esta tendencia, fue el abandono casi absoluto de lo objetivo y su reproducción, para ir a la búsqueda y encuentro de lo esencial, del alma oculta de las cosas, de la estructura para ir a la búsqueda y encuentro de lo esencial, del alma oculta de las cosas, de la estructura metafísica de las formas, lo cual se traduce en composiciones líricamente abstractas.

    Fruto de esta actitud son esos cuadros al acrílico cuidadosamente fondeados, donde Lorenza Aranguren Comienza a trazar amplias manchas que irradian resplandores borrascosos o que semejan zonas de quietud extrema; brochazos vigorosos que se extienden flameantes o que entrechocan entre si, creado atrayentes atmósferas irreales; vestigios de formas vagamente reconocibles, pero absorbidas en la profundidad de lo insondable, vibrantes y equilibrados juegos cromáticos cruzando relampagueantes, o siguiendo derroteros verticales, horizontales o diagonales; sobre la superficie de sus telas; gruesos y dinámicos manchones circulares, cargados de materia densa; gestuales estridencias, desesperados estallidos de luz, estruendosas y cómicas explosiones; tensas líneas de fuerza llevadas al límite extremo; todo esto impregnado de un profundo dramatismo, de una vertiginosa expresividad, de una convulsa inquietud que se concreta visualmente en una serie de pinturas de veras bellas, poderosas y convincentes, que atestiguan la presencia de una mujer plena de rica vida interior, convencida de lo que hace, dominadora de sus medios, y que a la vez, parece dar forma y apariencia a la lucha constante que libran en torno al espíritu humano, las fuerzas elementales y primitivas de la emoción y la pasión.

    Sin embargo, hay algo que llama poderosamente la atención en estas obras, en las cuales pese a la desbordada violencia de sus ejecución, al ondulatorio dinamismo que las anima, a la feraz imaginación que las impulsa; hay siempre en ellas un orden que las mantiene dentro de los imites de lo racional; hay un sentido natural, casi musical, que les confiere un ritmo de ejecución y admirable equilibrio de composición, y sobre todo, hay una excepcional armonía en el colorido, tanto cuando emplea una paleta restringida a pocos tonos básicos, como cuando se desborda en una variedad más amplia de colores.

    Su colorido tan atrayente y tenso, tan luminoso y límpido, se encuentra siempre dotado de calidad propia y determinada, y posee la virtud de ir siempre acorde con la intención expresiva de cada una de sus obras.

    Señalando o subrayando condiciones ambientales, atmósferas, pensamientos o sentimientos ligados a la irritación, convulsión, tranquilidad, severidad, frialdad, ardor, estatismo, pasión, silencio, angustia, paz, esperaza, pero sobre todo al placer de pintar, a la emoción de expresar, al gozo de imaginar, a la capacidad de urdir, y en especial a esa fina sensibilidad con natural elegancia y acordada cadencia en su mezcla y trabazón, virtud que solo es posible encontrar en los grandes coloristas.

    Cualquier otro aspirante a artista se hubiese sentido halagado honestos resultados y se hubiese instalado en ellos con morosa delectación, para disfrutar de sus recompensas, mas no esta inquieta pintora, quien pese a los merecidos aplausos, a al admiración y las satisfacciones que ha obtenido con su proceso evolutivo formal y expresivo, y mostrándose cada día más segura y firme en su oficio, más conciente y reflexiva en sus intenciones, se ha venido entregando en fechas recientes, a la manufactura de refinados y hermosos cuadros, donde los impulsos violentos son atemperados, donde no existe desborde y exhuberancia, sino introspección y planeado trazo; cuadros cuya instrumentación y resolución estructural se inscribe en un docto y bien calculado contrapunto de formas geométricas de afiladas aristas, en el entrechoque de líneas firmes, en el juego de complejos ángulos, de formas cuadradas, rectangulares y circulares; de coordenados mosaicos, de apretadas cribas y rejillas, de fragmentos ajedrezados, inclusive, de zonas resueltas mediante el recurso de emplear elementos no pictóricos, impregnados de riqueza visual e intención conceptual; andamiaje formal de firmes estructuras planas sobre el cual se inscriben los signos caligráficas y trazos nerviosos tan propios del lenguaje plástico de Lorenza Aranguren, pero que como digo, aquí y ahora, se muestran más contenidos, más premeditados, más acordes con el fondo rítmico de la estructura, dando lugar así, a relaciones más complejas y quizás por ello, más profundamente significativas.

    Esta misma resolución formal está apoyada por un colorido también diferente al resto de su obra anterior. Es un cromatismo más sobrio en sus gamas, menos estridente y explosivo, tendiente casi siempre a las tonalidades del ocre, de los dorados, de las tierras cocidas, que dan como resultado cuadros caldeados por un sol interior, felizmente acentuados por espacios de clara luminosidad o densa negrura; cuadros en fin, de veras sugestivos y delicados.

    Mas libertad o contención, lo esencial es que Lorenza Aranguren se muestra siempre como una excelente pintora. En estas obras cabalmente construidas y ensambladas, en estos colores refinadamente entonados y dosificados, en este cuidado por lograr ordenaciones claras, en esta búsqueda de signos regidos por el razonamiento en su pintura, sobrevive oculto el contenido de ardiente carga de valores emocionales, de ritmos y movimientos, de vitalidad y fantasía característicos de su obra anterior, aunque refrenados como apunto arriba, por las brindas de la razón.

    Quizás sea este apasionado rigor o este riguroso apasionamiento el sello que habrá de signar definitivamente la tarea artística de Lorenza Aranguren: mas de cualquier manera y desde ahora, estamos ya ante una singular pintora de intensa personalidad, capaz de retener largamente la atención y suscitar la emoción, a través de una obra que a mi juicio, posee prioridad sobre mucha de la pintura semejante que se elabora actualmente, no solo en esta ciudad y en esta región, sino que estoy seguro, en el país entero.

  • Sometimes I Lie

    Enduring Entity in the work of Lorenza Aranguren

    By John Austin

    It is fascinating to explore an artistic practice of a Mexican artist Lorenza Aranguren. It is equally compelling to situate her oil on canvas paintings by referring to the dynamic space in the service of communication of ideas and emotions. In order to do this with some semblance of accuracy one must take into account a double set of reference points that inform these seemingly casual.

    A composite nature to her abstract surfaces is used to deftly relinquish one sort of linear, planar and spatial autonomy in order for the artist to assert an exquisite opening up of installation possibilities. The artist uses her notations and marks derived from seemingly, on the cusp of cleaving towards the representational narrative. It is to become fully operational as a mimetic mirroring of something we know and recognize without being fully caught within an imagistic a-priori.

    Accidental procedures in art making has long and rich history. As historical background information it is useful to recall that Leonardo da Vinci, in this Treatise on Painting, speaks of process of interaction between making and matching in the projection of found images or accidentally-made patterns and the need for the artist to capitalize on these mental associations. Aranguren´s mark making fully exploits our innate ability to psychically project images and extract memories out of accidental accumulations. We can trace them in our experience and culture, which builds the core of our identity. This issue is both used and referred to in Lorenza Aranguren´s series Because Sometimes I Lie.

    Stylistically, the artist uses grid and line technique. In her works oil applications create another (perhaps deferred) measure of physiological impulses. What immediately commands our attention as viewers is the magisterial sense of scale within these medium formats as well as a diptych duality of juxtaposed canvases. Energized and playfully ironic, these works hold us in suspense with the weight of their lightness and sensitivity.

    Charging their surfaces with a play of energetic physical releases the artist compels us with her visual puzzle-like conundrums Her works assert the picture planes with their own sense of inviolatedness each line and stroke is autonomous one minute, yet the next minute a magical transformation appears. All paintings contain pure energy; undistilled sensation yet the force of these energetic fields yields another, casually superimposed correspondence to emotional states.

    The result is poetic visual imagination at its best in which the activity of the work of art, in philosopher Etienne Gilson´s words, captures “a changing, fleeting, and always incomplete experience of stable complete and enduring entity”.

  • Vías alternas

    Ricardo Duarte

    Lorenza Aranguren captura imágenes para documentar,desde su particular visión, ese espacio arquitectónico que reta al concepto de lo habitable: sus fotos son reflexiones y metáforas visuales, y en estas vías alternas el espectador formará parte de una experiencia que invita a pensar, y a replantearse la relación entre el individuo y el espacio.

      Conocedora de diversas técnicas, Aranguren hace guiños a los nuevos soportes de las artes visuales, mostrando así, y de forma absoluta, que desde las técnicas tradicionales también puede crearse un discurso totalmente contemporáneo: del proceso al resultado material.

      Su lenguaje abstracto le permite sintetizar la forma, el color y la textura desde su ojo, y a través de la lente. Su visión sabe partir de lo concreto para deconstruir y articular un nuevo lenguaje, uno que no se plantea solamente desde lo estético o lo visual, sino también desde el análisis filosófico, desde el pensamiento humano, mostrándonos cómo los espacios con los que nos relacionamos pueden convertirse en un permanente desafío que se diversifica y se transforma constantemente, volviéndose caos y sofisticación al mismo tiempo. 

      Construir y reconstruir es un ejercicio permanente del pensamiento que nos permite conocer a fondo el objeto de estudio, sea de una imagen o de las relaciones entre nosotros y esos objetos, de manera individual o en comunidad. Al construir y deconstruir, diversificamos nuestros lenguajes, procesos y soportes, creando una especie de abecedario dispuesto para la creación de nuevas metáforas visuales.

    Partir de la fotografía para hacer grabado pintura o arte textil, entonces, representa estas variantes, estos nuevos diálogos entre técnicas tan ricas y diversas, tan específicas y complejas, tan clásicas y contemporáneas, tan libres, como los procesos y los soportes que nos presenta hoy Lorenza Aranguren.

    La muestra Vías alternas plantea una experiencia estética  en varios sentidos, desde la percepción del espectador, los distintos soportes técnicos con que fue realizada y desde la experiencia de proceso creativo desarrollado como artista.

    Veremos en ellas algo de caótico y sofisticado a la vez, reflejo de mi inquietud actual ante la saturación, la congestión, el atiborramiento y la indiferencia.  Esto nos llevará a la reflexión sobre el actual estilo de vida y el voraz  y acelerado crecimiento de las grandes urbes.